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Los orígenes del cine de superhéroes

Los orígenes del cine de superhéroes
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Los superhéroes viven una época dorada en el mundo del cine con ese enfrentamiento entre Marvel y DC que hace las delicias de los fans. Presupuestos multimillonarios, estrellas de cine consolidadas, calendarios de emisión con un par de títulos por año,  estamos viviendo en una especie de dulce sueño almibarado. Pero, la verdad, es que esto no siempre fue así. Obnubilados por esta saturación, quizás ya no recordáis los viejos tiempos de sequía. O simplemente, es eres demasiado joven. Hagamos un poco de historia. ¿Cómo empezó todo?

Actualmente, las películas de superhéroes son tendencia en Hollywood. Bien, las majors no destacan por “romperse los cuernos” con qué ideas les van a dar dinero y, de hecho, tienen bastante claro que los cómics son una fuente casi inagotable de ingresos. En el pasado era casi inimaginable hacer una adaptación a la gran pantalla de un cómic en especial y aún más de uno popular. Lo pulp no era bien visto, pero a pesar de ello, nuestros abuelos, incluso nuestros bisabuelos, tuvieron la oportunidad de ver las primeras películas de superhéroes de la historia.

De hecho, la primera película de superhéroes se produjo en el año 1926, y se titulaba The Bat. Con una duración de 86 minutos, y mucho antes de que Bob Kane creara a Batman, teníamos un personaje vestido de murciélago que proyectaba su logo en las paredes. ¡Sí, sí, a lo Batman! Bueno, tenemos que reconocerlo. Se parecía bastante a Batman, pero en realidad no era un superhéroe, en realidad era un supervillano. ¡Así que queda un poco pillado por los pelos! Pero te dejamos unas imágenes para que veáis las similitudes. Seguro que Kane se “inspiró” en The Bat cuando pensaba en su personaje:

Así que, si The Bat fue la primera película de supervillanos de la historia, el honor de ser la primera película de superhéroes le toca a las Aventuras del Capitán Marvel, un film de cine serial de 1941 basado en el cómic homónimo y que constaba de doce episodios. De 216 minutos de duración en total, la trama iba sobre una expedición científica al Siam que encontraba un extraño ídolo que podría ser el arma más poderosa en el mundo. El joven Billy Batson se transformaba entonces en el súper poderoso Capitán Marvel por mediación del mago Shazam, que le decía que sus poderes durarían tanto tiempo como el ídolo del escorpión de oro estuviera en peligro. De regreso a los EE.UU., Billy Batson, como el Capitán Marvel, libraba una batalla contra una figura del mal, el Escorpión, que quería hacerse con el control del arma súper poderosa.

En 1943 llegó a las pantallas la que es considerada oficialmente como la película de Batman más antigua en el cine. Tratándose de esa época, es fácil adivinar que ante la falta de recursos, los productores apostaron por una línea argumental más distendida y menos sombría a lo que estamos acostumbrados hoy. Basada en una historia del propio Kane, en ella Batman se enfrenta al Príncipe Daka, un espía japonés que opera encubierto en una zona desierta de Gotham conocida como Little Tokyo y en la que se dedica a transformar a importantes científicos en zombies. Tuvo su continuación en 1949 con Batman y Robin.

En ese mismo año, en 1943, se estrenó El Fantasma (The Phantom). Y tenía el mismo formato de cine serial que Capitán Marvel, y una duración de 299 minutos repartidos en 15 capítulos. La trama giraba alrededor de dos expediciones que trataban de llegar a la Ciudad Perdida de Zoloz; una de ellas encabezada por el Prof. Davidson, un científico que quería establecer una prospección arqueológica; y la otra por un cazador de tesoros codicioso que pretendía las riquezas legendarias de la ciudad para sí mismo. Un agente de una potencia extranjera también quería establecer una base aérea secreta allí, así que levantaba a los indígenas contra El Fantasma, que había sido capaz de conseguir una convivencia pacífica hasta el momento. Con la muerte de El Fantasma, su hijo ocupa su lugar y se dispone a restaurar la paz en la selva y truncando los planes de los cazadores de tesoros.

Un año después, en 1944, tuvo su oportunidad El Capitán América, una delicia retro, también en formato serial producido por Republic Pictures. La trama: Una serie de misteriosos asesinatos llama la atención del Presidente de Estados Unidos, que entrena a Grant Gardner para convertirlo en un superhéroe. El Dr. Clinton Lyman le confía a Cyrus Maldor sus planes y que él es el responsable de los asesinatos. Maldor avisa a la policía pero Lyman activa el Vibrador Dinámico y convierte a Maldor en el malvado Escarabajo. El Escarabajo huye del laboratorio y empieza a hacer el mal. Grant Gardner, ahora convertido en el Capitán América, se le enfrenta para derrotarlo. Psicotrónica es poco.

Irónicamente el Capitán América estuvo congelado durante décadas, hasta que en 1979 CBS produjo El Capitán América (la película se dividió en dos partes, estrenándose meses después Capitán América 2: Muerte antes de tiempo). Una, llamémosla adaptación, tan bizarra que parece difícil asimilar que Marvel no haya hecho todo los posible por borrar cualquier material de la película que pueda encontrarse.

Y por fin en 1948 llega uno de los favoritos de todos los niños, Superman. Otro serial cinematográfico en el que el Hombre de Acero habrá de vérselas con un enemigo creado expresamente para la ocasión, la letal Spider Lady, una peligrosa y misteriosa dama que domina los bajos fondos de Metrópolis y que pretende hacerse con el control de una máquina experimental creada por un eminentemente científico, el doctor Graham, capaz de atomizar personas e incluso infraestructuras. Superman, con la inestimable ayuda de sus colegas Lois y Jimmy, deberá desbaratar los malvados planes de su bella antagonista en cada uno de los quince episodios de que consta el serial.

En las siguientes décadas, la disminución de las series del sábado y la agitación en la industria del cómic ponen fin a las películas de superhéroes, con excepción de los episodios de la serie de televisión Aventuras de Superman (1966-1970) y Batman (1966-1968) y la adaptación cinematográfica de la serie de televisión Batman (1966) protagonizada por Adam West. De todas formas, durante los 60, tenemos unas cuantas honrosas perlas, como Danger: Diabolik (1968), una psicodelia sesentera basada en el supervillano italiano Diabolik; Mr. Freedom (1969), un curioso superhéroe que lucha por Dios a favor de los Derechos Pro- Americanos, y la película de serie B The Wild World of Batwoman, cuya sinopsis los dice todo: “La inútilmente llamada Batwoman y sus bat-doncellas luchan contra el mal y bailan…”. Sobran comentarios.

Así se produce un impass, únicamente aderezado por algo que podríamos llamar joyita-digna-de-admiración. Por la falta de medios, por la falta de presupuesto, por lo surrealista que llega a parecer a veces. Se trata de Spiderman. El hombre araña de 1977. Lo que iba a ser un piloto para una serie de televisión se quedó en una película de serie B de culto. Hacer trepar las paredes a nuestro querido vecino y amigo con ayuda de cables que algunas veces llegan a verse, lanzar telarañas que parecen redes de portería de fútbol o montarse un sentido arácnido que consiste en poner un filtro para que toda la pantalla quede teñida de rojo, además de unas peleas que rozan el esperpento, fueron sólo algunas de las razones de su descalabro. Tuvo dos tristes secuelas: Spiderman ataca de nuevo (1978) y Spiderman: El desafío del Dragón (1979). No es de extrañar que hasta que Sam Raimi no le echara mano en el 2002, nadie osara volver con el Hombre Araña.

Pero llegó el estreno de Star Wars, con sus extraordinarios avances en efectos espaciales, espoleando el mercado. Y Richard Donner recogió el testigo en 1978 y se puso manos a la obra dirigiendo Superman. Oficialmente, para muchos críticos, esta obra supone el inicio del cine moderno de superhéroes. El Superman de Donner puede atribuirse el mérito de haber conseguido una película de calidad y de lograr un éxito de crítica y público. Hay que tener en cuenta que, 37 años después sigue estando entre las 20 películas más taquilleras de la historia. Protagonizada por Christopher Reeve (años después tendría apariciones esporádicas en Smallville), contaba además con la presencia de la leyenda del cine Marlon Brando (ganó 16 millones de dólares por salir diez minutos en la película). Todo parecía indicar que sería la gallina de los huevos de oro, pero no fue así. Llegó a tener tres secuelas (Superman II en 1980, Superman III en 1983 y Superman IV en 1987) cada una de ellas con menos calidad y menos ingresos, lo que supuso la caída de la franquicia. Pero a pesar de todo, fue el pistoletazo de salida.

Con el empuje de Donner, los 80 fueron los años de los pioneros y uno de los primeros en apuntarse fue Wes Craven que nos trajo su visión de La Cosa del Pantano. Personaje creado en 1971 de la mente del guionista Len Wein y de los pinceles de Bernie Wrightson, saltaba al cine en 1982. ¿La historia?: En lo más hondo de los más negros pantanales de Florida, en la temible región de los Everglades, un científico genial, el Dr. Alec Holland, y una atractiva agente del gobierno, Alice Cable, han desarrollado una fórmula secreta que podría acabar con el hambre en el mundo y cambiar la civilización para siempre. Poco se imaginan, sin embargo, que su mortal enemigo Arcane, está tramando robar el invento, con fines malvados. Arcane saquea el laboratorio y rapta a Cable, después de rociar a Holland con el invento químico y darlo por muerto. Pero, mutado por su propia fórmula, Holland se convierte en La Cosa del Pantano, un superhéroe mitad humano, mitad vegetal que no se detendrá ante nada para recuperar a la hermosa Cable y vencer al malvado Arcane… ¡Incluso aunque le cueste la vida!

Mientras tanto, ese mismo año, intentando aún aprovechar el tirón de Superman, a alguien se le ocurrió la maravillosa idea de producir Supergirl. La intención parecía buena, bien planteada, un buen presupuesto (50 millones), unas cuantas estrellas (Faye Dunaway, Peter O’Toole, Mia Farrow)… Pero fue otro fiasco.  La protagonista era mona, sí, pero patética, y el papel de la Dunaway no daba suficiente para soportar la película (el resto de estrellas apenas hacían breves cameos). El guión era pésimo y mal dirigido.

La trama: El Omegahedron, una piedra que confiere un poder ilimitado a quien la posee, es lo que mantiene viva a Argo, una ciudad dentro de una cúpula, que alberga a los supervivientes del planeta Krypton. Cuando la piedra va a parar a la Tierra, la ciudad agoniza, y envía a la prima de Kal-El (Superman) para recuperarla. Pero el Omegahedron ha caído en manos de una bruja, que quiere sus poderes para dominar el mundo, y enamorar a un hombre, al cual acaba hechizando. Pero Supergirl se cruza en el preciso momento en el que el conjuro es lanzado, por lo que el jardinero se enamora de ella, causando la ira de la bruja, que buscará la venganza.

Así que, para los pioneros, las cosas iban lentas, y tuvimos que esperar hasta finales de la década, concretamente hasta el año 1989, para ver reflejados en la pantalla a dos personajes de cómic. Uno de ellos fue El Castigador. Interpretado por Dolph Lundgren, tiene ese toque retro de los ochenta y está a un nivel que se podría comparar a cualquier otra película de acción de la época de la Cannon. El personaje dista mucho de tener la esencia necesaria, baste decir que ni siquiera luce la calavera característica del personaje. Costó 11 millones de dólares y “el invento” salió directamente en VHS.

El segundo personaje, marcó, posiblemente, el segundo renacer del cine de superhéroes. Se trata del Batman de Tim Burton. En aquel entonces, Burton era un joven director con un estilo gótico y oscuro que pudo hacer y deshacer a su gusto, creando un Hombre Murciélago más serio, violento y pesimista que las versiones anteriores. Protagonizada por Michael Keaton, con estrellas como Jack Nicholson y con una banda sonora de Danny Elfman, era una de esas pocas películas que tanto podían disfrutar los niños y los adultos.  La decisión de usar a un humorista para encarnar el papel de un superhéroe tan oscuro como Batman fue bastante controvertida.

Al principio nadie creía que Michael Keaton pudiera hacer una buena interpretación del personaje, al final lo bordó y Burton se mostró como un director seguro y afianzado, consiguiendo que la Warner le ofreciera su secuela, Batman Returns (1992). Pero, todo esto ya es otra historia, a partir de ahí se puso la semilla que inició el camino de las grandes franquicias del cine de superhéroes. Finalizaron los 80 y se abrió un nuevo mundo de posibilidades.

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